
Tenía el Real Zaragoa la necesidad de construir un nuevo estadio. Aquel viejo Torrero de días de alegrías y decepciones, de gestas y tristezas, se había quedao obsoleto. Y la decisión de dar un salto cualitativo en el ámbito deportivo exigía tambein una profunda apuesta en las instalaciones, la construcción de un nuevo campo.
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